La prueba testimonial es una prueba sujeta a diversas vicisitudes por lo cual su fuerza probatoria no puede ser estimada de manera automática, ni puede creerse en ella ciegamente como una especie de dogma, por cuanto su fabilidad deviene del órgano que la produce, el ser humano, por lo cual dicha prueba siendo tan importante debe ser prudentemente examinada por las imperfecciones de la misma.