Desde una perspectiva moderna, cuando se habla de la función social de la propiedad se aspira a una coordinación permanente de todas las manifestaciones del dominio con capacidad para repercutir en el abastecimiento general o en prestaciones de otro carácter, pero que redunden igualmente en beneficio de la colectividad; y en especial de aquellos que carecen precisamente de medios económicos similares a la propiedad de la que se requiere ese servicio social.