El elemento esencial del constitucionalismo es la idea que el poder no debe estar concentrado en una sola mano, y a partir de tal principio es que se ha desarrollado la idea de la división de poderes, o de los frenos y contrapesos, que básicamente parten de la premisa que el ejercicio dividido -o separado- del poder constituye un mecanismo de control y limitación del mismo, así como de respeto de los derechos de los individuos frente al Estado.